La última etapa del viaje a Turín fue Valdocco, casa madre salesiana. Fue una excursión edificante, toda una limpieza espiritual y una recarga de optimismo y vitalidad. Es un distrito turinés, muy cercano al bulevar próximo a la estación de Porta Nuova. Cogimos un autobús. El trayecto no llegó al cuarto de hora.
El primer oratorio salesiano fue éste (Oratorio de San Francisco de Sales), y aquí se salvaron los muchachos más necesitados de la città. Y aquí también, entre sueños, pesadillas y alucinaciones, las obras sociales y religiosas se mezclaron con una fe tan grande como el sol que alumbra el Piamonte. Caridad, asistencia y prevención (aquí los muchachos hubieran deseado la presencia de MANOLO para que les explicase que Don Bosco ni era marciano ni era futbolista).
Nuestro Don Bosco, Julietta Colbert o Cottolengo fueron los nombres del XIX que internacionalizaron Valdocco. En latín vallis occisorum, traducido al castellano como "valle de los mártires". En este lugar fueron tres los soldados de la antigua Legión Tebana los que fueron asesinados por defender su fe en el siglo IV. Y aquí Yuliana, Elena y alguno más me soportaron heroicamente.
Pero quien ha disfrutado alguna vez con carreras y chanzas en un cortile salesiano y viene aquí, se siente joven de verdad. Eran otros tiempos, pero quien suscribe y quienes me conocen, se sorprenderían de esta sonrisa que se me queda en el rostro. A pesar de mi naturaleza pesimista y del humor melancólico, la mañana lluviosa aquí es un pámpano de recuerdos rebosantes.
Mamá Margarita está en todas partes.
Visitamos la Capilla Pinardi, la Casa Museo, la Basílica ... Comimos allí, pero no con Don Bosco (alguno esperaba que presidiese la mesa). Nos dimos un baño de multitudes, los críos se acercaban a los españoles como si fuésemos bichos raros. Muy emotivo todo.
Aquí no me enrollaré más, pero no prometo no dedicar algún que otro post en adelante.
Que recuerdos tan bonitos de los dos CAMPOBOSCOS que disfruté por esas tierras.
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