Hemos tenido siempre la imagen amenazante de las montañas. Desde Boschetti, detrás de los amarillentos muros, con nubes bajas o en cielos límpidos. Hoy tocó excursión alpina. Michele, nuestro coordinador en Italia, se armó de valor, cogió su Panda, reservó dos furgonetas y allí que fuimos.
Como es obvio, yo no conduje, las alturas son peligrosas. Marco llevó nuestro vehículo. Carreteras serpenteantes, hielo ... La cara de nuestros muchachos cambió al contemplar la posibilidad de guerrear con proyectiles de nieve. Hizo un poco de frío, más para Yuliana o Elena. Ismael tiene puntería y fuerza, Diego, destreza, y Jorge coraje. Yo ya estoy algo mayorcito y torpe para entrar en estos conflictos níveos, pero ni la firma de armisticios ni las retiradas a tiempo me salvaron de más de una bola.
La imaginación corría entre cada árbol, por peñascos y torrenteras. Ahora las cumbres comienzan a derretirse y ese agua fluye, arañando la piedra y vomitando frescura en ríos más grandes. La contemplación del lago y del entorno tuvo su toque especial con la degustación de chocolates y cafés. Nuestro anfitrión nos guió a un pueblecito muy pequeño (del que ahora mismo no recuerdo el nombre). ¡Ojo al chocolate!, una delicia, con nata, galleta y agradable conversación de los lugareños. No entendí palabra, pero todo fue muy poético.
Os saludan.
JORGE - ISMAEL - YULIANA - ELENA - DIEGO - GUSTAVO
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