CRIMEN DE TRAGEDIA
Boschetti es una pedanía, pequeña colación de Fossano, a unos 5 km
escasos de distancia de la ciudad. Se trata de una casa de campo, una
villa rústica, como les place a los italianos septentrionales denominar
este tipo de viviendas que aúnan residencia, parcela y antiguos
almacenes agrícolas.
Se accede a ella a través de una verja. El patio de baldosas ofrece un
lugar agradable de reunión y la posibilidad de disponer de un curioso
lugar para fumadores. A la derecha se encuentra el almacén, con un
techado que resguarda de la lluvia. De frente la barandilla advierte de
los distintos niveles de parterres. A mano izquierda, la casa se alza
gallarda.
Es pintoresca. De paredes amarillas y vanos alternos. Tiene un despacho
parroquial y una capilla pequeña adosada en uno de sus laterales. El
acceso se realiza desde el lado opuesto. ¿He dicho que en altura
presenta el edificio dos pisos?. Al bajo se entra por un pequeño hall
cuadrado al que dan dos puertas. La enfrentada al umbral es de una
estancia almacén, la oblicua se abre al salón.
El salón es inmenso, con una mesa grande de madera y múltiples sillas,
además de un pequeñito tresillo, nuestro sofá comunal. Sus proporciones
rectangualres dejan espacio para cuatro puertas y dos ventanas. Los
vanos exteriores permiten contemplar el citado patio rojizo y
encharcado, lo que da al color de la baldosa una fuerte carga de
emotividad. El genio del lugar es melancólico, pero muy bello.
De las cuatro puertas, una es la de la cocina, estrecha pero bien
iluminada. La sigue la del baño del piso bajo, con plato de ducha, wc,
bidé, lavabo, espejo y perchero. Hay otra en ángulo que comunica el
salón con la capilla y aún hay una última que es el acceso al cuarto de
útiles de menaje.
En el lado opósito una vieja puerta de madera permite subir al segundo
piso por una escalerita de ladrillo añejo. Aún no he contado el número
exacto de escalones, pero dadme tiempo. El pasillo estrecho superior
dispone de cuatro puertas. A la izquierda está la que da a nuestra
habitación, luego la que conecta con el despacho aledaño y otra
enfrentada al rellano que es la del baño. A la derecha, la puerta que
falta es la del cuarto de nuestras vecinas.
Sabíamos que la casa tenía dos alcobas, una grande y otra pequeña. La
más amplia con 10 literas y sendas camas supletorias, y la piccola con
otras 3 y una abatible. Salieron las cuentas. Nuestros vecinos se
repartieron entre la dependencia grande y el salón, nosotros cupimos en
la pequeñita. Por razones de higiene y de salud mental, las chicas
durmieron en la cresta de la "u", los chicos en los flancos y yo ocupé
el centro echando el colchón a lo largo.
EMPIEZA LA TRAGEDIA
Si es difícil la convivencia con 6 adolescentes, con 16 no hace falta
que detalle aquí los primeros roces de aclimatación. Las muchachas de
Fuenlabrada son agradables, pero entre ellas saltaban chispas; también
entre las nuestras. ¡Además, con tantos gallos en el mismo corral!. La
diplomacia ha sido importante; el control, la precaución y ciertas
tretas preventivas, también.
Se estableció que el cuarto de baño superior fuera para las féminas, el
inferior para los chicos. Las zonas comunes se respetarían. La cocina y
cualquier asunto de limpieza se estipularían por turnos. Disponemos de
una furgoneta, luego dos, y de un coche, con la única condición de que
las furgos durmiesen siempre en el recinto colegial.
Prepárense para el relato de los pormenores de nuestra presentación en Fossano.
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