El cielo estaba nublado, pero había ganas. Lucía el sol de vez en cuando, más cuando salimos de la estación. Coni, se dice en dialecto septentrional, tiene poco menos de 55.500 habitantes, goza de un clima sano a los pies de los Alpes Marítimos y disfruta de la proximidad del río Stura di Demonte. Fundada en 1198, se antojó, sin embargo como una urbe moderna, en la acepción barroca turinesa que aquí impera en todo el Piamonte.
Cuneo, Alba, Bra, Fossano, Mondovì, Savigliano, Saluzzo, Borgo San Dalmazzo, Racconigi, Busca, Boves, Cherasco, Barge o Dronero son municipios que pertenecen a Cuneo. Los he citado ahora por molestar a los chicos que leen su blog, para que no se olviden de los que sí hemos visitado y de aquéllos que faltan, para que viajen ellos por su cuenta. ¿Será posible?.
La ciudad se abre con grandes avenidas, bien oreada por ese aire limpio y bien comunicada, siempre con pórticos y tenderetes. Tiene un toque francés, apesar de la carga provinciana que soporta. Me gustó pasear, admirar esas iglesias que quedan a la sombra, ladeadas, pero que son agujas que se clavan en el cielo.
Comimos allí, en una pizzeria, para acabar de degustar las últimas delicias italianas. Redondeamos el día con un helado.
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