sábado, 4 de mayo de 2013

SAVONA

A Savona llegamos con mucha hambre. Esta ciudad ligur, a no más de una hora de Génova en la Riviera delle Palme, es una caja de sorpresas. Se trata del tercer puerto de mercancías (tras el genovés y el de La Spezia), de la salida marítima óptima para la producción industrial piamontesa y lombarda y de un importante epicentro ferroviario. En cuestiones turísticas es apeadero obligado de cruceros que la conectan con cualquier otro destino mediterráneo. Sus playas ostentan la bandera azul desde 2002.


La ciudad fue aliada de Cartago durante la Segunda Guerra Púnica, error grave que la hizo rival de Roma, por entonces amiga de los genoveses. La urbe cayó en 180 aC., y se renombró como Savo Oppidum Alpinum, convirtiéndose en el puerto principal de la Liguria. Fue destruida por los longobardos de Rotari en el 641, recuperando la riqueza perdida bajo el dominio de los francos. Su medievo aporta notas interesantes, pero, como decía, el estómago rugía.



Comimos cerca del mar, pizza, pues la otra opción era kebab y anduvimos un buen trecho a lo largo de todo el paseo marítimo buscando un lugar donde llenar el depósito, mereció la pena, postre incluido, y brindamos con Jaime.


Amigos de la República genovesa unas veces, otras enemigos, la urbe fraguó interesantes vínculos con la nobleza, entre ellos los que firmó con la familia Campofregoso, responsable de la idea de instaurar dentro de sus muros una "signoria" o tiranía personal. Su esplendor, durante el siglo XV, es reconocido con el título de "Ciudad de los Papas" por ser la cuna de los Della Rovere, de Francesco, luego Sixto IV, el responsable de la reconstrucción y adorno de la capilla Sixtina, y de su sobrino Giuliano, quizá más conocido como Julio II, maecenas de Miguel Ángel, Bramante y Rafael. El Santuario que alberga es de interés para cuantos peregrinos se acercan hasta la Diócesis de Savona - Noli. De hecho, Nuestra Señora de la Misericordia de Savona fue entronizada por Pío VII, otro pontífice ligado a la ciudad, pero por motivos diferentes, pues fue prisionero aquí de Napoleón Bonaparte en 1815. Por un período muy breve durante el pontificado de este último sucesor de Pedro, también se erigió en sede oficial del papado.









El símbolo de Savona es la Torretta de la Piazza Leon Pancaldo, construida allá por el siglo XIV en la encrucijada portuaria a la que llegamos atravesando la vía principal. Pancaldo circunnavegó el orbe junto a Magallanes.


Tras ella un moderno puerto deportivo. La Catedral no pudimos verla (ya era mucho arte para un solo día), pero me quedé con ganas, ¡del siglo XVI!. Pero no pude resistirme y junto con Jaime, Jorge e Ismael, a pesar del cansancio, nos adentramos en la bella fortaleza de Priamar.


¿Hay algo más bello que la arquitectura militar?. Las bocanas abriéndose al mar, las murallas que se pierden en el infinito azul, el foso y el contrafoso, los revellines ... luego imaginar el griterío, la humareda, el vómito de bombardas, las bayonetas, los nervios, las carreras, el temple del capitán, el alcaide oteando el horizonte y los primeros bajeles que viran y encañonan el bastión ... ¿no es hermoso?



Se conoce como Fortaleza de Priamar, que etimológicamente significa "piedra en torno al mar" (pri-a-mar), y fue construida en 1542 por los genoveses para asegurar un puerto geoestratégicamente tan importante. Levantada sobre un prolungamento luego fue reconstruida y modernizada en el siglo XVIII.





Estábamos cansados y, aunque el camino fue cuesta arriba, veréis por qué mereció la pena.



De camino vimos monumentos también muy hermosos.











Chicos, ¡qué belleza meridional!.





No hay comentarios:

Publicar un comentario